viernes, 26 de febrero de 2010

R.I.P Howard Zinn

Leyendo un períodico de hace un mes me he quedado de piedra al leer la muerte de Howard Zinn, uno de los historiadores sociales estadounidenses más destacados y una de los escritores que más me ha influenciado en mis trabajos académicos. Por tanto me he visto obligado moralmente de hacer un poco de publicidad de este peculiar ex historiador norteamericano.

Howard Zinn, historiador
Se involucró en todas las grandes luchas sociales del siglo XX
BARBARA CELIS
EL PAÍS - Obituarios - 31-01-2010

Mientras el mundo de las letras lloraba la muerte de JD Salinger, la izquierda estadounidense, la real, la que está a la izquierda de Obama y de los demócratas, lamentaba la pérdida del historiador y activista Howard Zinn, fallecido también el pasado miércoles de un ataque al corazón. Tenía 87 años y la muerte le sorprendió feliz, nadando en Santa Mónica (California).
Pocas figuras han sido tan influyentes para el pensamiento radical estadounidense como la de este hombre afable, de pronta sonrisa, de hablar pausado y espíritu combativo, autor de The people's history of United States, uno de los libros que desde su publicación en los años ochenta ha marcado a sucesivas generaciones de estudiantes e intelectuales. Con él aprendieron a mirar hacia su propio país desde el punto de vista de los desposeídos, de los no privilegiados y sobre todo, de los que siempre se habían considerado los perdedores de la historia.The people's history of United States fue un terremoto desde el punto de vista académico porque ponía el acento en la lucha de clases como base esencial de la historia estadounidense, contraviniendo siglos de historicismo triunfalista. Muchos le acusaron de ser demasiado parcial, pero para muchos otros fue una puerta hacia una realidad pasada que les cambió la forma de mirar hacia el futuro.
"Fue una continua fuente de inspiración", declaraba tras su muerte el cantante Eddie Vedder. Y Willie Nelson escribía en su página web:
"Howard Zinn tenía la esperanza de conseguir que la gente demandara un gobierno más democrático. Esperaba que una vez que la gente entendiera que tiene el poder de cambiar las cosas, las cambiara".
No es casualidad que dos cantantes se unieran el jueves a la larga lista de personalidades que lamentaron su muerte: Howard Zinn confiaba en el poder del arte y los artistas para cambiar la sociedad y fueron muchos quienes le tomaron la palabra.
Nacido en Brooklyn (Nueva York) en 1919, lo primero que leyó fueron las obras completas de Charles Dickens, conseguidas gracias a un cupón de un periódico. Ver el desahucio de sus vecinos a manos de su casero le dejó una huella imborrable en la adolescencia, pero sería su experiencia como piloto de un bombardero durante la II Guerra Mundial la que marcaría a hierro su camino como activista y teórico social al convertirse tras el conflicto en un defensor a ultranza del pacifismo y en un durísimo crítico del aparato militar estadounidense.
Nueve años después de tomar parte en los primeros bombardeos con napalm en Royan, Francia, regresó al lugar del crimen y descubrió sus efectos. No sólo escribió un ensayo denunciando la utilización de objetivos civiles en los bombardeos militares de aquella guerra: Zinn fue el primero en escribir un libro (The logic of withdrawal) reclamando la salida de Estados Unidos de Vietnam en 1964.
Profesor de ciencias políticas durante casi 25 años en la Universidad de Boston, Zinn tomó parte activa en todas las grandes luchas sociales del siglo XX, desde el feminismo a la batalla por los derechos civiles y alrededor de todo ello publicó una decena de libros, incluida una autobiografía cuyo título habla por sí solo: You can't be neutral on a moving train (no puedes ser neutral en un tren en movimiento).
El libro también dio título a un documental sobre su vida. Fue a él a quien acudió Daniel Ellsberg, el hombre que hizo públicos los llamados papeles del Pentágono para esconderlos antes de entregárselos a la prensa. Y fue él quien hace apenas unos meses, frente a la pasividad de quienes se conformaron con poner a Obama en la presidencia y esperar un milagro, advertía: "El trabajo de Obama no se puede comparar con el de Bush, porque todo frente a Bush parece positivo. Hay que mirar honestamente hacia el trabajo de Obama y actuar como ciudadanos comprometidos y vigorosos".
Su gran pelea fue recordarle a la gente que se implicara políticamente, saliera a la calle y le hiciera saber a los políticos su opinión sobre su labor. En un país atemorizado por la palabra socialismo, Zinn la repitió sin pudor hasta sus últimos días. "El socialismo dice 'ey, tengamos una sociedad más amable. Compartamos cosas. Tengamos un sistema económico que no produce cosas sólo porque así gana dinero una empresa, sino porque la gente necesita ciertas cosas. La gente no debería alejarse de la palabra socialismo porque hay que ir más allá del capitalismo".

Obra completa:

  • La Guardia in Congress, 1959.
  • The Southern Mystique, 1964.
  • SNCC: The New Abolitionists, 1964.
  • New Deal Thought (editor), 1965.


Obra traducida en español:

  • La otra historia de los Estados Unidos, editorial Hiru, traducción de Toni Strubel.
  • Sobre la guerra. La paz como imperativo moral. Editorial Debate, 2007. Traducción de Ramón Vilà Vernis

Webs:
http://howardzinn.org/default/
http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=253069&titulo=Muere+el+historiador+y+activista+pol%EDtico+estadounidense+Howard+Zinn

jueves, 25 de febrero de 2010

Actriz con Hitler y espía con Stalin

Reseña del libro de A. Beevor: El misterio de Olga Chejova


Los Chéjov y los Knipper

En 1900 el escritor Antón Chéjov contrajo matrimonio con Olga Knipper, perteneciente a una familia alemana acomodada de melómanos y venida a menos tras la súbita muerte del padre. El cuñado de Chéjov, Konstantín Knipper, ingeniero ferroviario, se casó con otra mujer alemana y se estableció en Georgia. De esta unión nacieron Ada, Olga -la protagonista- y Liev. Este último, enfermo de tuberculosis, fue objeto de la atención de su tío Antón -médico además de dramaturgo- y de su mujer, Olga Knipper, conocida familiarmente como tía Olia.

Desde entonces, se crearon fuertes vínculos familiares entre los Chéjov y los Knipper, que perdurarían pese a las mudanzas sucesivas de estos últimos (primero a Moscú y después a San Petersburgo). Así, Olga vio un referente de sus inquietudes escénicas en su tía Olia, una conocida actriz del Teatro del Arte de Moscú. Por esta razón ingresó en la Academia de Arte de Moscú y contrajo matrimonio con un sobrino de Chéjov, Misha Chéjov, también actor. De este modo, entre tía y sobrina se entretejió una suerte de relación-espejo: ambas fueron estrellas famosas, se casaron con miembros de la familia Chéjov y sus vínculos de parentesco y profesionales convivieron de manera compleja con el poder político.




Guerra, revolución y dispersión familiar

En 1916 nació la hija de Olga, bautizada Ada (como su hermana), pero su matrimonió no sobrevivió mucho tiempo: abandonó a su marido, pues afirmó que este había quedado atrapado en el alcoholismo. En cambio, su esposo manifestó que ella lo había dejado por un oficial del Ejército austro-húngaro. Lo cierto fue que, tras la ruptura, Olga se vio en la pobreza y ello estimuló su ambición profesional y personal.

En este marco, la Revolución Bolchevique y la guerra civil marcaron una época de angustia. En la Rusia revolucionaria, Olga compartió vivienda con su hermana Ada y su hija pequeña; se vieron obligadas a acoger a numerosos desconocidos, siempre con el temor de ser violadas. En cambio, su padre partió a Siberia, donde se convirtió en un colaborador de los Ejércitos Blancos. Asimismo, el hermano de Olga, Liev, se sumó también a las tropas anticomunistas. La familia, pues, se dividió entre las líneas comunistas y antibolcheviques.

Finalmente, Olga consiguió un visado para partir a Alemania y dejó a su hija Ada al cuidado de la abuela. Se instaló en Berlín en agosto de 1920. Su padre, pese a haber colaborado con los Ejércitos Blancos, consiguió regresar a Moscú gracias a la necesidad de técnicos cualificados. Su hermano Liev, aislado en Gallípoli, fue salvado por tía Olia. Esta le envió dinero y lo invitó a reunirse con ella en Zagreb, cuando se hallaba allí con motivo de una gira teatral de su compañía.


Una carrera ascendente

En Berlín Olga desempeñó diversos trabajos hasta que su trato con la comunidad rusa allí establecida ¿en la que el apellido Chéjov pesaba mucho¿ le permitió conocer al productor Erich Pommer, el personaje más relevante de los famosos estudios UFA (Universum Film AG).

Interesado Pommer en ella, Olga edulcoró su pasado (afirmó haber recibido clases del mítico director teatral Konstantín Stanislavski). En abril de 1921 se estrenó su primer film, Schloss Vogelöd. La obra complació a la crítica y Olga tuvo que aprender alemán para atender numerosas entrevistas. Mientras tanto, tía Olia y su compañía teatral regresaron a Moscú con el plácet de Lenin, cansado del arte oficial. Allí, Olia, matriarca del clan, acogió en su casa a su cuñado y al resto de la familia.

En este contexto, Beevor documenta cómo los servicios de seguridad soviéticos (que tuvieron denominación cambiante: OGPU primero, NKVD después y finalmente KGB) presionaron al hermano de Olga para que colaborase con ellos. Liev no pudo negarse a ello por ser un ex combatiente anticomunista. A su vez, este utilizó a su hermana. Así, el general Pavel Sudoplatov, director del espionaje soviético en Alemania, habría señalado que en la década del 20 la actriz "era una figura fundamental a la hora de organizar cualquier tipo de encuentro entre los distintos exiliados rusos de Alemania".

El comentario quizás se explicaría porque Liev visitó a Olga a menudo, probablemente para informarse sobre actividades de los exiliados. De hecho, la OGPU desplegó una gran actividad presionando a familiares de los huidos para reclutarlos y creó entes anticomunistas ficticios en el extranjero para atraer ex soldados blancos. Los así captados (nostálgicos de su país) colaboraron con la OGPU con la esperanza de volver a Rusia.

Liev debía ayudar a fichar exiliados, y algún éxito debió cosechar, pues viajó fácilmente al exterior. Además, dado que era músico, sus salidas le facilitaron conocimientos que lo hicieron acreedor de cierto reconocimiento profesional en el ambiente cultural soviético, muy burocratizado y cerrado.

En cuanto a la relación entre Olga y la OGPU, se desconocen los términos de la misma. Según se desprende de comentarios de Sudoplatov, el principal interés de la OGPU habría consistido en disponer de ella como espía durmiente para utilizar eventualmente sus altos contactos, pues la actriz en la década de 1920 llegó a la cumbre de su carrera, con más de cuarenta películas. ¿Por qué habría accedido a colaborar con la OGPU? Probablemente para ayudar a sus parientes en la URSS, salvar a Liev y traer a Berlín a su hija (cosa que logró en 1924). Emprendedora y ambiciosa, ni la inflación galopante que vivía la República de Weimar frenó su ascenso profesional y social, e incluso dispuso de coche con chófer.


La sombra alargada de la OGPU

La naturaleza de los vínculos de la familia de Olga con la OGPU ha suscitado diversas especulaciones: se ha afirmado que su hermano Liev fue promocionado profesionalmente como músico en la URSS a cambio de delatar a sus compañeros; que su tía Olia denunció a sus rivales y prometió protección a sus amantes ante eventuales acusaciones. Pero no hay pruebas de ello y también podría haber sucedido lo contrario: que Olia y Liev empleasen sus relaciones para ayudar a amigos caídos en desgracia.

Paralelamente, Olga fue cortejada en Berlín por los dirigentes nazis, deseosos de gozar del favor del star system, dada su obsesión por el cine y la propaganda visual (se estima que el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, vio más de mil películas). Por ello, al tener lugar en una recepción el encuentro de Olga con el Führer, este fue cálido: "Hitler me colmó de cumplidos", explicó la actriz. Y cuando en 1936 ella se casó con un millonario belga, Marcel Robyns, el propio Hitler le dio permiso para conservar su nacionalidad alemana. Por lo demás, la convivencia del nuevo matrimonio fue complicada: la pareja se estableció en Bruselas, pero Olga regresó a Berlín y a fines de 1938 se divorciaron. Un actor, Carl Raddatz, fue su nuevo amante. A este después lo sucedió un piloto de la Luftwaffe que iba a fallecer en combate.

Mientras tanto, Olga mantuvo buenos lazos con el régimen nazi, sin llegar a ser entronizada oficialmente por el poder. De este modo, visitaba a Goebbels para explicarle "sus problemas y alegrías". En mayo de 1939, para desesperación de su familia soviética, fue fotografiada junto a Hitler en primera fila, durante una recepción oficial.

Por otra parte, sus contactos con la seguridad rusa también se habrían mantenido. Su misión en esta época habría sido la de interceder ante altos militares y jerarcas nazis contrarios a una guerra entre el Tercer Reich y la URSS si esta tenía visos de desencadenarse.



Objetivo: asesinar a Hitler

Cuando en junio de 1941 estalló la guerra entre el Tercer Reich y la URSS, Olga se convirtió en una pieza valiosa para los soviéticos. Stalin, inquieto por el rápido avance alemán, estudió con su fiel Lavrenti Beria ¿el hombre todopoderoso de la NKVD¿ la posible acción de una "quinta columna" que efectuara "operaciones especiales de venganza". El ya citado general Sudoplatov fue nombrado jefe del destacamento especial de la NKVD destinado a tales misiones.

En octubre de 1941, cuando la toma de Moscú por los alemanes parecía inminente, se concibió la creación de un grupo autónomo que debía actuar contra Hitler. Lo integraban Liev, su esposa y once hombres con una ambiciosa misión: asesinar a Hitler y a sus acompañantes (o, en su defecto, a jerarcas nazis) cuando estos visitasen la capital conquistada. Pero también se preparó a Liev y a su mujer para viajar a Alemania y presentarse allí como enemigos del estalinismo, aparentando cambiar de bando. Su meta era conseguir instalarse en Berlín con la confianza de los nazis y acceder a Hitler (mediante los oficios de Olga) para ejecutarlo en un ataque suicida. No obstante, otras fuentes señalan que Liev, en realidad, debía asesinar al embajador alemán en Turquía, Franz von Papen, el político que había facilitado el acceso de Hitler al poder en 1933.
Pero Stalin canceló los planes de magnicidio al constatar que Hitler era incapaz de derrotar a la URSS. El astuto georgiano temió que la eliminación del líder nazi facilitase un acuerdo de paz entre los Aliados y Alemania y dejase a esta enfrentada a la URSS en una guerra sin cuartel. Dicho sea de paso, Olga no hubiese podido ayudar a Liev según el plan trazado, pues la guerra la había alejado de la cúpula nazi y compartía lo poco que sabía sobre el Führer con el resto de berlineses.

Reinventar el pasado

Tras la derrota alemana, Olga ¿por entonces enamorada de un entrenador olímpico, Albert Sumser¿ reinventó su pasado y manifestó haber sido incluida en una lista negra nazi por discrepar de Goebbels en lo concerniente a la guerra contra la URSS. Pero lo cierto es que en plena guerra rodó por lo menos siete films.

¿Realmente simpatizó Olga con el nazismo? Según Beevor, si aparentó hacerlo fue "con la intención de salvaguardar su carrera profesional, más también llevada por la curiosidad". "No era fascista ni comunista", añade, y considera que sus ideas políticas pertenecían "a la época anterior al nazismo" y despreciaba a Hitler y a su régimen. Concluye Beevor que su actuación se explica por ser "una resuelta superviviente dispuesta a llegar a cualquier acuerdo que fuese necesario".

Tras la caída de Berlín, el SMERSH ¿el servicio de inteligencia militar soviético¿ envió a la actriz a Moscú. Allí, protegida por Beria, fue alojada en un apartamento donde jugó con sus vigilantes y redactó un diario exculpatorio destinado a ser leído por aquellos, como ilustran estas reflexiones que contenía: "Por lo que se ve, hay quien dice tener información de que yo era íntima de Hitler. ¡Dios mío, cómo me he reído! ¿De dónde saldrán tantos infundios y qué pueden pretender?".
En junio de 1945, siguiendo órdenes de Beria, Olga fue enviada a Berlín. Allí, tutelada por los servicios de información, fue instalada en una residencia acomodada (donde convivió con su amante), surtida de provisiones y con libertad de movimientos. Entonces algunas publicaciones la acusaron de ser "la espía que coqueteó con Hitler", lo que despertó suspicacias entre la inteligencia soviética, que se planteó la posibilidad de que Olga fuese una agente doble. Parece que Beria trató de preservarla de tales sospechas en vistas a utilizarla en el futuro.

La posguerra sorprendente

Desde 1947 Olga permaneció largo tiempo en su residencia, aunque recibió numerosas visitas, y en 1951 se instaló en un apartamento de Berlín Occidental. En cuanto a Liev, permaneció al servicio de Sudoplatov hasta 1949.

Al fallecer Stalin en 1953, Beria, convertido en hombre fuerte de los servicios de seguridad y del Gobierno, concibió un plan para acabar con la confrontación de la Guerra Fría: ofrecer a EE.UU. la reunificación de Alemania a cambio de ayuda económica para la URSS. Para tantear la reacción occidental ante tal propuesta, una de las piezas que deseó mover fue Olga. Esta fue contactada en junio de 1953 para actuar en tal sentido, pero el plan quedó en nada, pues Nikita Jruschov ordenó detener a Beria (su plan fue denunciado como una "patente capitulación ante el imperialismo"), mientras que Sudoplatov fue condenado a quince años de cárcel.

Olga, ajena a tales vaivenes políticos, reemprendió su actividad fílmica: fundó su propia productora (Venus-Film Munich/Berlín) y participó en veintidós películas entre 1949 y 1974. Se mudó a Munich en 1950 para impulsar su carrera y alentó a seguirla a su nieta Vera (la cual tuvo un breve romance con un soldado estadounidense que iba a alcanzar fama universal, Elvis Presley).

En 1952 publicó el primer volumen de sus memorias (titulado con sarcasmo No tengo nada que ocultar) y una guía de belleza (La mujer que no envejece), cuya favorable acogida la impulsó a crear en 1955 una firma de cosmética (Olga Tschechowa Kosmetik). La financiación de la empresa fue un misterio, pues Olga se había descapitalizado con su productora y fuentes del espionaje soviético aseguraron que el dinero necesario había llegado de Moscú. ¿La razón? Beevor afirma que "no es descabellado" pensar que la firma "ofrecía una oportunidad única de establecer contactos con las esposas de oficiales de la OTAN", aunque observa que tales aseveraciones "deben tomarse con la mayor cautela", y destaca que queda "un número considerable de papeles en torno a ella [Olga] que no han visto la luz, y que acaso no la vean nunca". No en vano la actriz fue tratada siempre con respeto por los servicios de seguridad soviéticos. A Stalin se atribuye un comentario tan enigmático como improbable al respecto: "La actriz Olga Chejova va a sernos de gran utilidad en la posguerra".

Una familia con dos lealtades

En 1974 falleció Liev -tras recibir el título de "artista del pueblo de la Unión Soviética"- y en 1980 lo hizo la actriz, consumida por la leucemia. Su último deseo fue -como Antón Chéjov- tomar champán. Mientras lo hacía, pronunció sus últimas palabras: "La vida es bella". Como destaca Beevor, su trayectoria -más allá de su odisea personal- es interesante porque ilustra "la fascinación mutua, tan antigua como peligrosa, existente entre Rusia y Alemania, una inmensa zona de contacto de límites y lealtades cambiantes". Este último aspecto es realmente más atractivo que el de la peripecia de la protagonista y constituye una excelente lección de historia escrita con soltura narrativa.

miércoles, 24 de febrero de 2010

El patrimonio en España

La importancia que le damos al patrimonio no siempre fue así, es decir hasta la llegada del nacionalismo y, por tanto del romanticismo el patrimonio histórico era tratado con displicencia por la sociedad. Pero cuando llegaron las nuevas clases dominantes del capitalismo y por tanto necesitaban una cosmología propia se hizo patente entonces la necesidad de usar el patrimonio para unos fines de construcción nacional, por ejemplo en la segunda mitad del XIX, Cataluña, surge el movimiento catalanista y, es por esos años cuando se hizo la reconstrucción del monasterio de Ripoll pero también fue la época de la destrucción de la “Ciutadella” ya que para el movimiento romántico catalán era un insulto a la patria. Bien, con la arqueología pasaba más o menos lo mismo, trabajaban para un ideal burgués de la historia.

Uno de los métodos que tiene el estado español para proteger el patrimonio es convertirlos en paradores nacionales. Esta política de infraestructura turística es continuadora de la desarrollada por la Comisaría Regia de Turismo, creada en 1911 y que dependió del Marqués de Vega Inclán, si bien los postulados defendidos por uno y otra a la hora de actuar sobre los monumentos eran diametralmente opuestos. Es más, las tareas de adecuación hotelera se emprenden al margen de la labor desarrollada por los organismos oficiales encargados de la conservación y protección del patrimonio. Mientras algunos edificios se convierten en establecimientos hoteleros sin grandes reestructuraciones, como los conventos de San Francisco de Almagro, de Jesús de Mérida y agustino de Chinchón, o los palacios de Ubeda y Zamora, en otros, especialmente castillo y fortalezas, la adaptación resultaba problemática, como en Jaén, Alarcón, Oropesa, Sigüenza, debiendo sufrir intervenciones violentas y transformaciones profundas en el diseño. Se tiende a crear una escenografía folklorista y pintoresca, sin considerar la realidad histórica y el valor documental del edificio. Se establece el historicismo en el diseño, buscando más la apariencia que el respeto al edificio original. El resultado es un amplio conjunto de obras en las que el “pastiche” triunfa, creándose unas escenografías pretenciosas, grandilocuentes e incluso terroríficas, todo ello un diseño de escasísima calidad, que incluye todos los elementos de la decoración.(1)

El uso del pasado, y los problemas que lo rodean, va más allá de la cuestión específica de quién posee el qué. Se refieren a temas ideológicos y económicos. Pero tampoco se limita, sin embargo a la ideología. En algunas partes del mundo tiene una importancia económica fundamental. La arqueología demuestra por ejemplo, que en muchas regiones donde el suelo es estéril floreció alguna vez la agricultura. Por tanto nos ofrece datos para poder investigar.

La legislación de un estado determinado (aquí cogeremos Cataluña) protege en general el patrimonio, ahora en realidad hay dificultad de discernir cual merece ser considerado como patrimonio histórico y cual no. Bien desde el PIACAT (Pla Integral per l’Arqueologia a Catalunya) también se lo preguntan: Des de la Llei del Patrimoni Cultural Català, el 1993, l'Arqueologia a Catalunya esperava saber com encarar el seu futur, quina visió de conjunt en tenim, cap a on creiem que volem anar, amb quin model, quines eines donarem als territoris, com ajudarem a què la recerca, la formació, el patrimoni arqueològic, promotors i particulars gaudeixin d'un patrimoni comú en les millors condicions possibles i en condicions justes. Preguntes i aspiracions a les quals el reglament de 2002 no va donar resposta. (2)

Por otro lado tenemos lo que define la “Generalitat de Catalunya” como patrimonio cultural: «El patrimoni cultural és un dels testimonis fonamentals de la trajectòria històrica i d’identitat d’una col·lectivitat nacional. Els bens que l’integren constitueixen una herència insubstituïble, que cal transmetre en les millors condicions a les generacions futures. La protecció, la conservació, l’acreixement, la investigació i la difusió del coneixement del patrimoni cultural és una de les obligacions fonamentals que tenen els poders públics».

Conclusión

El mundo durante el segundo período del siglo XX se ha vuelto más comercial, y si observamos desde la caída del bloque soviético en 1991 se ve un progresivo fortalecimiento del sistema capitalista. Por tanto la arqueología también se ha imbuido en el mundo del capital y no nos tiene que parecer nada raro de que haya un auge de la arqueología contractual. Pero también tenemos que tener cuidado con lo referente a los museos, ya que cada vez valoran más la cantidad que la calidad artística o divulgativo del objeto.

Como dice Renfrew y Bahn «el pasado es un gran negocio: para el turismo y las salas de subastas. Posee una enorme carga política, poderosa y significativa desde el plano ideológico. Y el pasado, o lo que queda de él, está sometido a una destrucción cada vez mayor. ¿Que podemos hacer respecto a estos problemas?»(3)

1 Morales A.J., Patrimonio histórico-artístico, Historia 16, Madrid 1996, pàgina 135-136.

2 Pla Integral per l’Arqueologia a Catalunya, 2008.

3 Renfrew C. y Bahn P., Arqueología. Teorías, Métodos y Práctica, Akal, Madrid 1993, página 487.